Tomarnos un descanso bien merecido nos ayuda a resetear cuerpo y mente, lo que es beneficioso para nuestra salud en general. Sin embargo, es importante encontrar un equilibrio para mantener cierta rutina de entrenamiento y evitar una pérdida de fondo y tono que podría comprometer nuestros logros alcanzados durante el resto del año.
El símil de la construcción de un edificio puede ayudarnos a entender las consecuencias de dejar de entrenar en verano. Cuando nos ejercitamos, estamos cimentando y levantando los cimientos de nuestro cuerpo, construyendo la fortaleza y resistencia que necesitamos para llevar una vida saludable.
Al abandonar repentinamente el entrenamiento, dejamos la construcción a medio hacer, y con el tiempo, nuestro cuerpo comienza a sentir el abandono y se deteriora. Fernando Barreto, Trainer de Brooklyn Fitboxing, nos da sus consejos para no abandonar el ejercicio de golpe, ya que “el tiempo que dejemos de entrenar tendrá consecuencias mayores o menores”.
Esto es lo que sucede semana a semana si dejas de entrenar
Entonces, ¿qué sucede en nuestro cuerpo si dejamos de entrenar en verano? Vamos a desmenuzarlo semana a semana:
- Una semana de descanso: Si hemos entrenado con regularidad, una semana de descanso puede incluso ser positiva. Nuestro cuerpo puede beneficiarse de unos días de recuperación, permitiendo que los músculos se reparen y regeneren. Sin embargo, después de una semana sin actividad, las fibras musculares empiezan a debilitarse y el cuerpo retiene más líquidos de lo normal. Aunque te sientas bien, es importante tener en cuenta que es el inicio de la pérdida de la forma física.
- Dos semanas sin actividad física frecuente: En este punto, comienza a notarse la falta de ejercicio. La forma física disminuye de manera más evidente, y la resistencia cardiovascular se reduce considerablemente. Todas las actividades requerirán de un esfuerzo adicional, ya que nuestro cuerpo está perdiendo la capacidad de mantener un rendimiento óptimo. La falta de energía es un punto clave, justamente por la ausencia de ejercicio rutinario por lo que costará más retomar la actividad física.
- Un mes sin realizar deporte: Tras un mes sin entrenar, se evidencia la pérdida de músculo y resistencia que se había ganado en los meses anteriores de entrenamiento. Ganamos más grasa corporal, y nuestros músculos se debilitan, lo que resulta en una quema de calorías menos eficiente durante los periodos de descanso. Además, es probable que los niveles de estrés aumenten y que la calidad del sueño se vea afectada negativamente. La actividad física afecta a todos estos aspectos de nuestra vida.
- Todo el verano sin entrenamiento: En este punto, la situación se vuelve más seria. La falta de ejercicio afecta al metabolismo, quemando menos calorías y generando una sensación de fatiga más pronunciada. La forma física disminuye por completo, y esto puede afectar seriamente a nuestra salud en general.
Consejos para no perder la forma en verano
Entonces, ¿cómo podemos evitar estos efectos negativos sin obsesionarnos con el entrenamiento en verano? La clave está en encontrar un equilibrio que nos permita disfrutar de nuestras vacaciones y mantenernos activos. Aquí hay algunas recomendaciones para lograrlo:
- Planificación: Antes de que comience el verano, planifica tu entrenamiento para esta temporada. Establece objetivos realistas y crea una rutina que se adapte a tus planes de vacaciones y tiempo libre. Puedes optar por entrenamientos más cortos pero intensos, como el HIIT, que te permitan mantener tu forma física en menos tiempo.
- Actividades al aire libre: El verano es una excelente época para hacer ejercicio al aire libre. Aprovecha la playa, el parque o las montañas para realizar actividades físicas como correr, nadar o hacer senderismo. Estar en la naturaleza también puede tener beneficios para tu bienestar mental y emocional.
- Actividades divertidas: No todas las actividades físicas tienen que ser formales o tradicionales. Busca actividades divertidas y entretenidas que te mantengan activo sin sentir que estás "entrenando". Bailar, jugar a la pelota con amigos o practicar deportes acuáticos son excelentes opciones.
- Flexibilidad y compasión: Recuerda que el verano es una temporada para disfrutar y relajarse, así que no te sientas culpable si no cumples con tu rutina de entrenamiento habitual. Sé flexible y compasivo contigo mismo, y acepta que está bien tomar un descanso de vez en cuando.
En resumen, dejar de entrenar en verano puede tener consecuencias en nuestra forma física, salud cardiovascular, metabolismo y bienestar mental. Sin embargo, no debemos obsesionarnos con el ejercicio y sentirnos culpables si decidimos tomarnos un descanso durante las vacaciones. Lo importante es encontrar un equilibrio que nos permita disfrutar del verano y mantenernos activos de una manera que se adapte a nuestras necesidades y preferencias.
Disfrutar del verano y mantenerse saludable son dos objetivos perfectamente compatibles si encontramos el enfoque adecuado. Recuerda que el objetivo principal del entrenamiento es mejorar nuestra calidad de vida y bienestar, y eso debe siempre ser nuestra guía en cada decisión que tomemos.